Para muchos de vosotros, el día 20 de octubre no significará nada en especial, simplemente es otro día más de un calendario que avanza irrefrenablemente. Y de hecho hasta hace exactamente un año yo no pensaba de distinto modo. Pero una tristísima efemérides se cumple hoy: el primer año del fallecimiento de Juan Antonio Cebrián, quien probablemente haya sido uno de los mejores comunicadores de la historia de la radio española.
A lo mejor los españoles que visitáis el blog sabéis de su carrera radiofónica y no necesitáis que os ponga en antecedentes, mas la platea sudamericana quizá si los requiera (a pesar de que Cebrián era escuchado también al otro lado del charco).
Juan Antonio Cebrián era el director del programa La Rosa de los Vientos, de Onda Cero Radio, un programa que por méritos propios se ha convertido en un clásico español, debido a la calidad de su variada temática (nadie supo unir tan bien ciencias y letras) y a la dilatada experiencia de sus colaboradores.
Desde 1997 hasta casi el mismo día de su muerte La Rosa de los Vientos iba ganando adeptos día a día gracias al estilo inconfundible de maese Cebrián, un auténtico humanista de las ondas, un hombre del Renacimiento trasladado al siglo XXI.
Y no debemos olvidar tampoco Turno de Noche (programa que empezó en 1991 y que se ganó rápidamente el cariño de los oyentes, germen de La Rosa de los Vientos) ni Azul y verde (espacio radiofónico que apostaba por el cuidado y preservación del medio ambiente).
Era un trabajador nato, incansable, pues no sólo abarcaba el plano de la radio. Escribió más de una decena de libros y numerosos artículos para el diario El Mundo y para varias publicaciones más.
La gente (y yo me incluyo) le consideraba como un maestro, un auténtico guía de conocimientos, puesto que convertía la Historia en atracción radiofónica para miles de oyentes (los Pasajes de la Historia son legado cultural nacional en mi opinión, y seguramente en la de muchos). Y no sólo el devenir de los hombres por la Tierra era de su interés, sino que la ciencia también merecía ser objeto de estudio para él.
41 años tenía cuando murió. Y su deceso vino de repente: un ataque al corazón nos dejó sin una de las mejores voces del panorama nacional. Siempre es triste tener que lamentarse de la muerte de alguien, pero en estas condiciones el sentimiento es casi inenarrable. El simple hecho de pensar en todo lo que nos hubiera podido ofrecer de seguir vivo es simplemente impactante.
Considero que Juan Antonio Cebrián ya era una leyenda antes de su muerte, pero con su óbito se forjó el mito, y comparto opinión con aquéllos que dicen que nadie muere definitivamente si es recordado como se merece. Y Juan Antonio lo es, ya lo creo que lo es...
El movimiento que se produjo en Internet inmediatamente después de conocerse la fatal noticia es uno de los acontecimientos más emotivos que jamás habré visto yo en mi vida. Cientos de personas compartieron todo el material que habían grabado de Turno de Noche y La Rosa de los Vientos y lo divulgaron (y siguen divulgando egregiamente) por la red de redes. Labor impecable destinada a todos los que pudimos disfrutar de Juan Antonio en vida y a los que no conocían el programa, puesto que a pesar de todo, el programa sigue, y no por mal rumbo precisamente.
Dicho todo esto, os insto a entrar en este hilo del foro de El Portal de la Rosa de los Vientos (creo que requiere registro, aunque merece la pena), el cual recopila ingente cantidad de material relacionado con su persona, incluyendo centenares de audios de sus dos programas estrella y sus artículos en El Mundo.
Espero que estas humildes líneas sirvan de tributo a una figura clave en mi vida, y espero que sepáis comprender los motivos de esta entrada.
Donde la noche se enamora del misterio, y envuelve con su capa a esas almas heridas de soledad para que no mueran de frío... Donde la noche se transforma en una voz y acuna la imaginación y los sueños de libertad... Donde la esperanza pasea de la mano del saber... Donde te espero... En La Rosa de los Vientos...